jueves, 26 de octubre de 2017

ENTREVISTA CON MARK SAINSBURY

Autor de FICCIÓN Y FICCIONALISMO.

ANDRÉS LOMEÑA: El ficcionalismo tiene que ver con las cosas que somos capaces de pensar. Estas no tienen valor en los términos habituales de verdad o falsedad, de manera que están gobernadas por otro tipo de normas, como la adecuación empírica o la utilidad. Me gustaría preguntarle si este enfoque es parte del legado pragmatista.
MARK SAINSBURY: El ficcionalismo consiste en que deberíamos tratar el “discurso” como una “ficción”: el discurso no aspira a ser verdadero, sino más bien útil. El ficcionalismo en la aritmética dice que los números deberían considerarse como entes tan (o tan poco) reales como Don Quijote o Sherlock Holmes. La cuestión en aritmética no es tanto describir un supuesto reino de los números, sino ayudarnos en proyectos prácticos (la construcción de puentes, por ejemplo).
Del mismo modo, la ficción no aspira a ofrecer descripciones directas de la realidad, sino a ser útil en varios sentidos: entretener, agradar, elevar o instruir. La conexión con el pragmatismo es engañosa. Los pragmatistas sostienen que lo verdadero es lo útil, así que no podrían distinguir entre una ficción útil y una verdad. Así, podríamos decir que son en cierto modo ficcionalistas en la medida en que reconocen el valor de la utilidad. También podríamos decir que no tienen los recursos para declararse ficcionalistas, ya que no hacen distinciones entre la verdad y la utilidad. Creo que la segunda opción es la más acertada.

A.L.: De acuerdo con la novela El ferrocarril subterráneo de Colson Whitehead, habría trenes reales transportando esclavos hacia la realidad, incluso aunque ese ferrocarril subterráneo fue simplemente un grupo clandestino que luchaba por la abolición de la esclavitud, según sabemos por los hechos históricos. Whitehead sería un “literalista” de la historia oficial al transformarla para sus propósitos literarios.
M.S.: Tal y como dices, una ficción puede integrar hechos reales, de una forma simple como en Guerra y Paz o de maneras más sutiles, lo que implica alguna capa metafórica adicional, como en el libro de Whitehead que mencionas. Me temo que los ficcionalistas filosóficos no prestan atención a esos aspectos sutiles de la ficción.

A.L.: ¿Qué implican los narradores no fiables para el ficcionalismo?
M.S.: Podemos hablar de una verdad-en-la-ficción y la necesitamos para comprender lo que ocurre. Un narrador no fiable se aleja de la verdad ficcional y a su vez es parte de la ficción. Algo puede ser verdadero en la ficción, pero también un personaje en la ficción puede decir algo falso. No he notado que estos matices preocupen a los ficcionalistas, pero deberían tenerlos en cuenta. Por ejemplo, decimos que las personas cuyos puntos de vista morales difieren de los nuestros están equivocadas: los demás tendrían falsas creencias morales. El ficcionalista moral podría ver esto como una muestra de que alguno de nosotros es un narrador poco fiable: uno de nosotros ha cometido un error sobre lo que representa la ficción de la moralidad.

A.L.: También hay inconsistencias en muchas obras literarias, como objetos que aparecen y desaparecen en la ficción porque el autor olvidó que su personaje los tenía. ¿Qué explicación ofrece el ficcionalismo?
M.S.: Los ficcionalistas en realidad no ofrecen explicaciones de la ficción, solo reclaman que sus temas dentro del ficcionalismo (las matemáticas o la moralidad) deberían considerarse una ficción. Sería un motivo de disputa decidir si una ficción inconsistente puede resultar útil. Hay filósofos que seguramente creerían que sí (Graham Priest sería un buen ejemplo de esto).

A.L.: ¿Hay algunas propiedades esenciales en la ficción, una haecceitas?
M.S.: Hay personajes ficcionales en el sentido banal de que hay ficciones en las que aparecen los personajes. Cuando alguien escribe una novela, solo añade los habitantes del mundo al texto. Esos personajes no existen, de modo que no constituyen una verdad o una mentira metafísica. Solo hay verdades ficcionales y estas representan una función de lo que el autor ha decidido contar.

A.L.: La oración Anna Karenina es más inteligente que Emma Bovary parece verdadera, pero no pertenece al mismo marco de referencia, son mundos de ficción diferentes.
M.S.: Así es. He intentado mostrar cómo el pensamiento podía ser verdadero incluso cuando no hay personajes ficcionales: la verdad es relativa a ciertas presuposiciones, pero nunca es real ni absolutamente verdadera.

A.L.: Puedo pensar en un pegaso combinando la idea de caballo con el concepto de alas, y también puedo imaginar que la gente no muere de cáncer, aunque no sea capaz de imaginar una cura específica. En cambio, no sé si realmente puedo pensar en una una hidra con “infinitas” cabezas o visualizar un triángulo de cuatro ángulos.
M.S.: No veo ningún problema en una hidra con infinitas cabezas: aunque se las cercenes, sigue conservando otras. Como no creo que haya personajes de ficción en el mundo real, esto no supone ningún desorden para mí. Puedes entender mi libro como un intento de justificar la visión de Bertrand Russell de que la lógica ya no puede consentir un unicornio que la zoología permita.

A.L.: ¿Qué le llevó a investigar la ficción?
M.S.: Hay una larga tradición a la hora de pensar la representación como una relación entre las palabras y las cosas. En la filosofía analítica de finales del siglo XX llegó a ser la visión estándar, e implicaba que cualquier nombre o representación genuina que significara algo tenía que poseer un portador o referente. Esto conlleva un dilema: o las palabras como pegaso carecen de significado o tienen portadores. Ninguna de las alternativas era plausible. En Referencia sin referentes intenté combatir, tal y como puedes suponer por el título, la postura que conduce a este problema y llevé esa visión general más allá en Ficción y Ficcionalismo para poder aplicarla a los nombres ficticios.

A.L.: Recomiende una novela...
M.S.: Acabo de leer La casa de los nombres de Colm Toibin y me ha parecido realmente buena. Para aquellos a los que les interese la filosofía de la ficción, trata la cuestión de si el personaje de Electra escrito por Toibin es el mismo que el de la obra de Esquilo.

A.L: Un libro de filosofía que merezca la pena...
M.S.: Me gusta Las variedades de la referencia de Gareth Evans.

A.L.: Díganos algo sobre Kripke y Lewis…
M.S.: Kripke y Lewis estaban en el mismo departamento de Princeton, así que tiene que haber historias sobre sus relaciones personales. Imagino que debió existir un alto grado de admiración mutua. En los noventa, muchos filósofos habrían señalado a estos dos pensadores como los más destacados de nuestro campo.

A.L.: ¿Quiénes son sus tres mosqueteros?
M.S.: Frege, Davidson y quizás Grice.

A.L.: Por último, ¿qué me dice de un personaje ficticio que llamaré Sainsbury?
M.S.: Supongo que está intentando llegar al fondo de la cuestión de la representación. Mi próximo libro tratará sobre la percepción y la representación. Algo muy complejo, me temo, pero mi yo ficcional se abrirá camino a través de ese problema y alcanzará una teoría que sorprenda a todo el mundo por su originalidad y poder explicativo.

26 de octubre de 2017