sábado, 1 de junio de 2013

ENTREVISTA CON BOB BLACK, AUTOR DE "LA ABOLICIÓN DEL TRABAJO".

ENTREVISTA A BOB BLACK

ANDRÉS LOMEÑA: En 2013, una editorial española ha publicado su manifiesto La abolición del trabajo. En ese texto critica al marxismo y al capitalismo porque ambos creen en el mito de la producción. Usted proponía, nada más y nada menos, “no trabajar”. Un amigo mío le critica sin haber leído su obra porque, según él, es probable que usted tenga trabajo. Sería interesante que nos contara algún dato biográfico para hacernos una idea de la persona con la que tenemos el gusto de compartir esta conversación.
BOB BLACK: Si tuviera un empleo, mi crítica del trabajo sería más creíble, no menos. De ese modo, tendría alguna experiencia personal en lo que estoy criticando. La observación de tu amigo es irrelevante, un mecanismo de distracción que protege la institución laboral. La abolición del trabajo no es un manual sobre cómo salirse del sistema; no soy un “orientador vocacional” ni tampoco uno antilaboral. Escribí una crítica del trabajo, no una crítica de los trabajadores. No aconsejo a ningún individuo cómo desenvolverse en un mundo dominado por el trabajo. Critico el trabajo como una institución y también critico las ideologías que glorifican el trabajo o que lo ignoran, tanto si son calvinistas, marxistas o anarcosindicalistas. Eso es lo que quise decir cuando escribí: “Todas las ideologías son conservadores porque creen en el trabajo”.

A.L.: ¿Cómo se puede abolir el trabajo? Pienso en Lenin y en que la revolución será mundial o no será. La fuerza de los trabajadores vencerá a los “desempleados voluntarios” si éstos no tienen un alcance global. En todo caso, la pregunta que todos se hacen es: ¿Cómo vivirían las personas que no trabajan?
B.B.: Lo que estás preguntando realmente es: ¿Cómo hacer una revolución social? No dije mucho sobre eso en mi ensayo sobre la abolición. Cuando lo escribí, muchas personas discutían, al igual que Lenin, sobre “qué hay que hacer”. Casi nadie hablaba sobre qué hacer después del “qué hay que hacer”. El marxismo ridiculizó el socialismo “utópico” por especular sobre cómo deberíamos vivir después de la revolución. Luego, lo que ocurrió es que algunos marxistas dirigieron estados (algunos todavía lo hacen). Ya nadie puede afirmar de manera convincente que los estados marxista-leninistas estaban traicionando al marxismo porque, ¿dónde dice Marx que lo que estaban haciendo esos estados no fuera marxista? Ahora son los socialistas utópicos los que parecen realistas y los socialistas científicos parecen bobos que se engañan a sí mismos. La revolución es un arte, no una ciencia.
Creo que la propagación de la “retirada del trabajo” (la “huelga general”) es esencial para el derrocamiento de los estados y la parálisis del capitalismo. Fueron los mismos medios que derrocaron el comunismo de Europa del Este, aunque aquellas sólo eran revoluciones políticas. ¿Qué mejor forma de empezar la abolición del trabajo que el rechazo general al trabajo? Tal y como dije una vez, lo que nosotros queremos es una Huelga General que nunca acabe.

AL: Numerosos críticos sostienen que estos pensamientos son pura ciencia-ficción política, como en las novelas de Úrsula K. Le Guin. ¿Es utópico el postanarquismo?
B.B.: En primer lugar, no soy un “postanarquista”. A pesar de haber leído varios libros postanarquistas, no entiendo qué significa el postanarquismo. La culpa no es mía. Se supone que los postanarquistas describen algunas críticas del llamado anarquismo clásico, pero todas esas críticas se han hecho (yo, sin ir más lejos, he hecho la mayoría de las mismas) antes de que hubiera profesores universitarios que se hacían llamar a sí mismos postanarquistas. El postanarquismo es posiblemente un fenómeno exclusivo de los campus universitarios. El “postanarquismo” es, en el mejor de los casos, el anarquismo postizquierdista expresado, no muy bien, en jerga postmoderna. Y a menudo, no es ese el caso.
En cuanto a Úrsula K. Le Guin, La mano izquierda de la oscuridad es el único libro que he leído de esta autora porque es explícitamente anarquista... y lo leí hace cuarenta años. ¡Ese libro es tan viejo que no puede ser postanarquista! Como explicación de una sociedad anarquista, “Anarres” era, para mí, decepcionante... y yo no era anarquista aún. Su descripción de un mundo anarquista era una sociedad de trabajos duros y un bajo (y ascético) nivel de vida; había comunidades que eran como monasterios medievales, pero sin abades. Se escribió en la misma época en la que ciertos antropólogos (el padre de Le Guin era un famoso antropólogo) como Marshall Sahlins (en La sociedad opulenta primitiva) mostraban que en la mayoría de sociedades de cazadores-recolectores, que eran anarquistas, había mucho menos trabajo, y que éste era más diverso y estimulante que en cualquier momento histórico posterior de sociedades más complejas. Eran ricos, en el sentido de una vida rica, sin mercancías.
Le Guin no es, para mí, lo suficientemente utópica.

AL: ¿Apoyaría una Renta Básica Universal? Phillipe Van Parijs piensa que esta propuesta es una solución ética y una vía comunista al capitalismo.
B.B.: El ingreso garantizado es una idea verdaderamente conservadora, lo cual no equivale a decir que sea una mala idea. En Estados Unidos, la idea fue promovida por el economista conservador Milton Friedman en los años sesenta. Fue aceptada por la administración republicana del presidente Richard Nixon y se propuso en el Congreso. Una de las justificaciones era eliminar todos esos programas burocráticos caritativos para la gente pobre, lo cual ahorraría muchos gastos generales administrativos y solamente se le daría a las personas un mínimo con el que empezar. En realidad, sería más barato que los actuales programas. En la versión de Friedman, esto se iba a implementar a través del sistema impositivo federal como un “impuesto negativo” para personas que fueran demasiado pobres para pagar sus impuestos. Pero esto no se aprobó. Los capitalistas destacan por sus errores a la hora de comprender y mantener sus propios intereses liberales a largo plazo. Ésta es una de las pocas razones para la esperanza.
Mi actitud como anarquista (como mi propio modo de anarquista) es que no tengo problemas con nadie que consiga dinero fuera del estado, siempre y cuando no devuelva al estado nada, donde incluyo la gratitud. Una vez escribí: “¿Por qué no morder la mano que te da de comer? El sabor es excelente”. Así que respondiendo a tu pregunta: no, no “apoyo” el ingreso garantizado, pero cobraría los cheques.

A.L.: El anarquista Hakim Bey cree que el poder revolucionario del ciberespacio está muerto desde hace tiempo. ¿Dónde reside la fuerza para el cambio social ahora?
B.B.: Hakim Bey tiene una larga trayectoria abrazando novedades del presente como otro avance cualitativo hacia un futuro libre. Se entusiasmó con la afinidad entre su “anarquismo ontológico” y la “teoría del caos”, que era un tema candente para los físicos de la época. Estoy seguro de que él no entendía mejor que yo la teoría del caos, lo que equivale a decir que no entendía nada. Le gustaba la sonoridad de la expresión “teoría del caos”. Después de eso, el idealismo tomó el mando. Ni los anarquistas ontológicos ni los físicos del caos se prestan atención. Pocos anarquistas y ningún físico lo hizo en su momento.
Es lo mismo con el entusiasmo inicial de Bey por el ciberespacio. El ciberespacio no es, después de todo, la frontera final. El concepto de “frontera”, no en el sentido inglés de borde, sino en el sentido norteamericano de lugares que están temporalmente más allá, fuera de la sociedad convencional y de la autoridad, anticipan la supresión de los espacios autónomos por la sociedad urbana. La sociedad de la frontera es una sociedad temporal. No son las zonas temporales autónomas de Bey con el empuje gravitacional de la sociedad y donde la mayoría de los hombres de frontera esperan volver a ingresar. No es imposible ser controlado, mercantilizado o censurado en el ciberespacio. No puede ser imposible porque ya ha ocurrido de las peores maneras. Cualquier cosa real tiene que ser posible.
¿De dónde surgirá la energía para el cambio social? Yo he aprendido el ejemplo de Hakim Bey, así que no voy a seguirle. Como uno de mis profesores de derecho me enseñó a decir cuando fuera interrogado: “Todo lo que estoy diciendo es que no estoy diciendo nada”.

A.L.: ¿Qué podemos esperar de las ONG? Parece que algunas sólo trabajan para mantener sus puestos de trabajo.
B.B.: No espero nada de las organizaciones “no gubernamentales”, más que nada porque operan en un campo social capitalista y estatal y no podría hacerse de otro modo. En todas las organizaciones burocráticas, el objetivo primordial es la perpetuación. Esto no es una insana polémica anarquista, es lo que lees en la aburrida literatura sociológica sobre organizaciones. Algunas veces, la única forma de funcionar fuera del mercado como una organización no gubernamental es siendo una organización gubernamental, como hizo la organización sionista en Palestina y más recientemente la organización nacionalista árabe, también en Palestina. No se suele pensar en los jemeres rojos o en los sandinistas como una organización, pero ¿por qué no? ETA es otro ejemplo: siempre hay entre bastidores un suplente esperando la oportunidad de entrar en el escenario.
Hay más formas comunes de organización sin ánimo de lucro para adquirir la inmortalidad. He aquí un ejemplo: en los años cincuenta Estados Unidos tenía algo llamado marzo de centavos [March of Dimes], que movilizó a los niños para ir puerta a puerta a pedir dinero para encontrar una cura contra la polio.
Esto era algo emotivo para todo el mundo porque veías a las víctimas lisiadas por la polio y la maravilla de esos niños ayudando a los más desafortunados. Luego llegó el desastre para el marzo caritativo. ¡El doctor Jonas Salk descubrió una vacuna para la polio! Como se cumplió este propósito, la organización se salió del negocio, ¿no? Craso error. Cambió su objetivo por los “defectos de nacimiento”, que eran de muchos tipos y que respondían a diversas causas. Siempre habrá algunos defectos de nacimiento con los que gastarse el dinero, después de la prioridad de los gastos administrativos y los gastos en relaciones públicas. Los medios justifican los fines.
Enviar dinero a OxFam o Amnistía Internacional te hará sentir menos culpable por tener tanto dinero que puedes permitirte repartir algo. Espero que ayude a las personas, pero no tienen la capacidad de cambiar el mundo.

AL: ¿Qué me dice del anarquismo y la cultura popular?
B.B.: La relación del anarquismo con la cultura popular en los últimos años (¡en los últimos cincuenta años!) es problemática del mismo modo en que lo fue en 1890. Los anarquistas de los años sesenta, en parte porque eran pocos, en parte porque estaban viejos y desanimados, fracasaron a la hora de ser fuertes dentro de la Nueva Izquierda e incluso dentro de la contracultura, la cual era “anarquista” (dicho por sus admiradores, pero especialmente por sus detractores), aunque no era distintivamente anarquista. En los años setenta, una nueva subcultura juvenil afloró: el punk. Todas las cosas terribles que esos jóvenes habían escuchado sobre la anarquía sólo les hacía estar más interesados en ella. La subcultura punk, incluso más que la subcultura hippie, se centró en la música. Algunas de las bandas, como sabemos (eso es parte de la leyenda), empezaron cantando a la anarquía y flirteando con los símbolos. Muchos de ellos sólo estaban siguiendo la tradición vanguardista (advertencia: ¡Estoy siendo irónico!) de conmocionar a la sociedad más respetable, ya fuera de forma sincera o por notoriedad. En cualquier caso, las ideas y las actitudes anarquistas hundieron sus raíces en la subcultura punk, que ha producido algunos anarquistas serios durante un largo periodo. Si el movimiento anarquista de hoy en día es pequeño, más pequeño aún era antes del punk.
Ésas son las buenas noticias. Las malas es que la identificación del punk con el anarquismo, aunque sólo es una contingencia histórica y expandió el ambiente anarquista, también lo encerró y lo constriñó. Las ideas anarquistas ya son difíciles de aceptar y de tomárselas en serio para la mayoría de la gente, aunque no son difíciles de comprender. Si los mensajeros de esas ideas son jóvenes, ruidosos, visten de forma grotesca, están tatuados de manera tribal y hablan como si tuvieran todas las respuestas, entonces levantan barreras culturales que se suman a las poderosas barreras ideológicas. Esto no es una crítica a quienes viven como les place, es una observación sobre las fortalezas y debilidades del anarquismo actual.

A.L.: ¿Qué opina, en pocas palabras, de Obama? Podría preguntarle por muchos otros personajes como Richard Stallman, David Graeber, Michael Moore o George Soros.
B.B.: Voy a rehusar la invitación de ofrecer “unas pocas palabras” sobre Barack Obama, Michael Moore, George Soros y otros. Podría hacer eso en televisión, pero no en papel. Sin embargo, puedo decir algo general sobre esas estrellas. Como observó Karl Kraus: “Hay muchísimo sobre lo que permanecer en silencio”.

A.L.: Muchísimas gracias. ¿Alguna pregunta importante que haya olvidado hacerle?
B.B.: No se me ocurre ninguna. ¡Enhorabuena por el trabajo bien hecho!

Andrés Lomeña
1 de junio de 2013

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