miércoles, 19 de septiembre de 2012

ENTREVISTA CON ERIC KLINENBERG

Profesor de sociología de la Universidad de Nueva York y autor de
Going solo: The Extraordinary Rise and Surprising Appeal of Living Alone (2012).


ANDRÉS LOMEÑA: Uno de cada siete adultos vive solo. Más del cincuenta por ciento de los ciudadanos estadounidenses son solteros. Esto se parece bastante al colapso definitivo de la familia nuclear. Usted sostiene que no se trata de una tendencia psicológica, sino de un cambio social. ¿Vivimos las consecuencias de la llamada sociedad postindustrial?
EK: La tendencia comenzó en los años cincuenta y ha continuado a buen ritmo desde entonces, así que no es postindustrial. Atribuyo el cambio social a un número de factores: la prosperidad es desde luego uno de ellos porque es caro vivir solo. El crecimiento del Estado del Bienestar es igualmente importante; cuando los estados proporcionan seguridad social a los ciudadanos, éstos quedan liberados para vivir del modo en que desean sin depender de la familia. Esto es válido para personas de todas las edades, desde los llamados “adultos jóvenes” a los jubilados. De ahí que vivir solo sea algo más común en los países escandinavos y en la mayoría de Europa que en los Estados Unidos.
Otra clave acerca de vivir solo es el creciente estatus de las mujeres. La edad del primer matrimonio y el divorcio crecen cuando las mujeres entran en el mercado laboral remunerado de forma masiva y ganan de paso independencia cultural. En lugares donde hay riqueza pero no libertad para las mujeres, los niveles de esa vida a solas son extremadamente bajos.
Además, hay otra razón importante por la que la gente vive sola: en la actualidad la tecnología crea una experiencia social relativamente lograda. La gente puede estar sentada en el apartamento, sola, pero a la vez está conectada a un mundo social rico e interesante a través de email, Skype, Facebook y otros servicios. Como usan esos recursos para conexiones cara a cara, no están realmente solos.
Es importante hacer una distinción entre vivir solo, estar solo y sentirse solo. Se suelen confundir o combinar esas condiciones, pero cada una es única.

AL: Vivir solo es algo paradójico: hay más libertad, aunque también hay más dificultades cuando eres muy mayor o padeces una enfermedad. Más control sobre tu vida, pero también ausencia de socialización. ¿Qué cambios en el estilo de vida acarrea este perfil de persona?
EK: Para la gente joven, vivir solo es todo un logro, una marca de distinción y éxito porque conlleva no vivir en la casa de los padres o tener compañeros de piso. Sin embargo, los adultos que salen de la juventud tienden a frustrarse al vivir solos cuando alcanzan la treintena. Las mujeres, en especial, se enfrentan a una gran presión social para casarse, tener hijos a tiempo y así vencer a sus relojes biológicos. Vivir solo puede convertirse en un desafío, aunque ese estigma ya no es lo que era.
Los adultos de mediana edad que viven solos suelen haber tenido una pareja romántica previamente, y en Estados Unidos la mayoría se ha casado y se ha divorciado. Para ellos, vivir solo es una manera de recuperar el control sobre sus vidas y, paradójicamente, esto puede ayudarles a recuperar contactos con otras personas. Una de las cosas más impactantes que me contó la gente que vive sola y a la que entrevisté es que no hay nada más solitario que vivir con la persona equivocada. Ninguno tiene prisas por volver a casarse sólo porque se supone que hay que hacerlo.
Para los más mayores los desafíos son más graves, especialmente si están débiles o tienen problemas para salir de casa. Envejecer solo puede hacerte sentir aislado y hasta puede llegar a ser una experiencia peligrosa. No obstante, lo que resulta sorprendente es que en la actualidad la mayoría de las personas mayores que es soltera prefiere vivir sola a mudarse con los hijos, otras familias o asilos. Ése es un gran cambio de generaciones pasadas, pues vivir solo habría sido algo impensable.

AL: Supongo que hay más personas viviendo solas en las ciudades que en los pueblos. Y más hombres que mujeres.
EK: Hay más personas viviendo solas en las ciudades, aunque eso es un cambio reciente. En los años cincuenta, por ejemplo, vivir solo era más común en estados rurales de la costa Oeste como Alaska, Wyoming y Nevada. En realidad, hay más mujeres viviendo solas que hombres... bastantes más. La explicación la encontramos en la longevidad de la mujer. Suelen sobrevivir a sus maridos, a veces durante varias décadas.

AL: En sus conferencias ha mencionado la influencia de libros como Solo en la bolera de Robert Putnam y Together Alone de Sherry Turkle. Ambos parecen defender una tesis opuesta a la suya puesto que se quejan del declive del “capital social”. ¿Cómo valora estas obras?
EK: Los dos autores son académicos brillantes y sus obras son importantes. Para mí caen en la trampa de la nostalgia. Se lamentan por la pérdida de una Edad Dorada de armonía social y conexión interpersonal que, si lees historia social, nunca existió. Ven un declive y un colapso de la sociedad donde yo veo nuevas formas de estar juntos. De hecho, al final de mi proyecto llegué a la conclusión de que es nuestra interdependencia la que hace nuestra independencia posible; las personas viven solas (y pagan un recargo por hacerlo) en sociedades opulentas con ciudades en auge, culturas abiertas y una vida pública rica. Y las personas que viven solas tienden a ser bastante activos socialmente, con un promedio más alto que el de las personas casadas.

AL: ¿Qué me dice del sexo?
EK: Los que viven solos suelen tener menos sexo que las personas casadas, al menos de acuerdo con las mejores encuestas sobre sexo en Estados Unidos. Por supuesto, hay algunas personas que preferirían tener menos sexo con más personas que más sexo con una única persona. Y desde luego también tienen la posibilidad de hacerlo solos.

AL: Ahora la pregunta de rigor. ¿Vive usted solo?
EK: No. Estoy casado y tengo dos hijos jóvenes, aunque viví solo cuando andaba en los veinte y creo que fue una experiencia fundamental. Debería dejar claro que mi libro no es prescriptivo. No quiero persuadir a nadie para que deje a su marido o esposa cuando concluya el libro. Quiero identificar, nombrar y explicar este cambio social tan increíble.

AL: ¿Algo que remarcar?
EK: Sólo que la historia está lejos de acabarse porque ahora los índices de aquellos que viven solos están empezando a crecer en los países en vías de desarrollo tanto como en Norteamérica, Europa y Japón. Será fascinante ver qué ocurre.

Andrés Lomeña
20 de septiembre de 2012