domingo, 20 de febrero de 2011

ENTREVISTA CON THOMAS PAVEL

ANDRÉS LOMEÑA: Representar la existencia: El pensamiento de la novela es una obra maestra. No sé si ha encontrado otros trabajos que puedan rivalizar con el suyo.
THOMAS PAVEL: Gracias por sus amables palabras. Estoy agradecido de que David Roas haya traducido mi obra tan bien. El libro pertenece a un movimiento reciente que reclama mayor reconocimiento para la narrativa antigua griega y medieval en la historia del género. Cervantes, sin ir más lejos, habría estado de acuerdo porque admiraba profundamente las Etiópicas de Heliodoro, una obra que tomó como modelo para su Persiles y Segismunda, texto que consideró su obra maestra. The True History of the Novel de Margaret Anne Doody (1996) y un estudio de Didier Souiller, Armand Strubel y Wladimir Troubetzkoy publicado en su volumen Littérature comparée (1997) tuvieron argumentos similares al mío, animándome a expresar mis propios puntos de vista sobre el tema.

AL: Brian McHale me dijo que usted es mucho mejor que él imaginando diferentes tipos de mundos ficcionales. ¿No ha intentado nunca crear una tipología de mundos de ficción?
TP: Brian McHale, que es uno de los mejores y más perspicaces teóricos contemporáneos de la literatura, sería mejor que yo en llevar a cabo esta tarea. Lo que aprendí mientras trabajaba en la historia de la novela fue que hay fuertes vínculos entre los valores que se promueven en una obra y el mundo ficcional que evoca. Si miramos la forma en que los personajes encarnan ideales morales, es fascinante ver que tanto en las novelas griegas antiguas como en sus descendientes modernos más tempranos (el Persiles de Cervantes incluido), los personajes principales siempre cumplen las necesidades morales más elevadas sin dudarlo. La virtud absoluta es su terreno. En las novelas picarescas, al contrario, el pícaro o pícara hace aquello que es necesario para sobrevivir, incluyendo las cosas más deshonestas y mendaces. Dos tipos de mundos ficcionales se ponen en contraste: el mundo de la perfección moral y el de la corrupción moral. Este ejemplo muestra que para diferenciar entre tipos de mundos ficcionales necesitamos tener en cuenta el tipo de acción, las personas y los valores que se proyectan en él.

AL: Ha descrito la novela como si se tratara de una “ley consuetudinaria” donde más que normas fijas hay costumbres. ¿Su perspectiva es una validación sofisticada de La angustia de la influencia de Harold Bloom? ¿Es su historia de la novela un programa opuesto al que plantea el nuevo historicismo?
TP: Tiene razón: para diferenciarse de la tragedia y de los poemas épicos, que durante mucho tiempo se regularon por la referencia a la Poética de Aristóteles, (tanto si los escritores realmente siguieron sus reglas o, como Lope de Vega, propusieron preceptos alternativos), la novela como género evolucionó gradualmente, de acuerdo con lo que les precedía pero sin abandonar la innovación.
La teoría de la angustia de la influencia funciona para periodos que exigen incesantemente escritores para inventar nuevas tendencias y etiquetas. Los escritores pueden preguntar: ¿Soy demasiado modernista? ¿También soy postmoderno? ¿Sigo a Faulkner o a DeLillo con demasiada obviedad? Y así sucesivamente. Pero no estoy del todo seguro de que Cervantes, Goethe, Balzar o Tolstoi hayan estado atormentados por la angustia de las influencias. Más bien lo contrario: en Don Quijote, Cervantes claramente ridiculizó las novelas de caballeros andantes y en Persiles imitó y adaptó las Etiópicas. Sobre la originalidad y la influencia, el escritor francés Jean Cocteau dijo una vez de forma memorable: “La originalidad consiste en intentar hacerlo como los otros, pero sin tener éxito”.
El gran mérito del nuevo historicismo fue acercar la historia literaria a la poética, la naturaleza imaginativa de la literatura. Mi propia obra enfatiza el lugar de los personajes, la acción y los ideales humanos en el desarrollo de la literatura.

AL: Representar la existencia : El pensamiento de la novela desarrolla dos polos: el mundo ideal frente al mundo sensible. ¿Es la historia de la novela una dialéctica entre la idealización y lo real?
TP: La obra de Lukács es una de mis mayores fuentes de inspiración (junto con Fuentes del yo de Charles Taylor y El desencantamiento del mundo de Marcel Gauchet). Mi libro reivindica la dialéctica de Lukács entre el individuo y la sociedad observando en detalle su trayectoria histórica y sus dos direcciones principales: la idealización de los personajes principales (en novelas como Persiles, la Pamela de Richardson o en Oliver Twist) y, por otro lado, el énfasis en la miseria y la imperfección humana, como en Lazarillo de Tormes, Moll Flanders de Daniel Defoe y Thérèse Raquin de Zola. Esos dos tipos interactúan de diversas formas y producen una multitud de modos novelísticos.

AL: La historia de la novela es, hasta cierto punto, la historia del individualismo moderno. ¿Qué me dice de las novelas río? Las narrativas corales de Balzac, Thomas Mann, Chaucer o Faulkner habrían contribuido a una idea más perspectivista de la novela.
TP: Tienes toda la razón. El individuo puede presentarse en la novela de dos formas complementarias: como el centro de la historia y como un miembro de una unidad mayor (familia, generaciones, grupos sociales). Cada una de las novelas y narraciones cortas de Balzac se concentra en un personaje o en un pequeño grupo de personajes, pero el conjunto de La comedia humana ofrece una imagen de la sociedad francesa como un todo. Las dos convergen: por un lado, los protagonistas de Balzac son individualizados al situarlos en la sociedad, por el otro, la sociedad se representa a través de las historias de sus miembros. Lucien de Rubempré en Las ilusiones perdidas es un poeta cuyas ambiciones sociales le destruyen: el retrato de Lucien realza el de la alta sociedad de París y viceversa. Lo mismo puede decirse de los Buddenbrooks de Thomas Mann. En lo que sugerentemente llamas “narrativa coral”, el coro es esencial, pero también lo son los cantantes individuales.

AL: Ha hablado de una historia natural de las especies, explicando los géneros literarios como una competición en la que la audiencia se ha fragmentado cada vez más. Quizás la literatura erótica o pornográfica se hundió debido al surgimiento del cine erótico y porno. Sugiero que los géneros literarios no luchan solo entre ellos, sino contra todo el abanico cultural, ya sea teatro o cine.
TP: De hecho, la rivalidad y la lucha entre géneros culturales mantiene viva la cultura. Mencionas que las películas eróticas llevaron a la caída de la literatura erótica. También a la inversa, el éxito de las películas sobre el oeste llevó a la producción en masa de novelas sobre el oeste. Las novelas y películas de misterio crecieron de la mano, de igual modo que pasó con las películas y novelas de ciencia ficción. Desde finales del diecinueve ha habido una separación gradual entre la alta literatura, que exige esfuerzos considerables para entenderse, y la literatura media y baja, que son más amables para el lector. ¿Ganaría alguno de esos niveles, causando la desaparición de los otros? Lo dudo. La invención y popularidad de los coches no abolió la posibilidad de pasear.

AL: Darko Suvin me dijo que usa tus textos en sus clases. Afirmó que no le parece una coincidencia que autores como usted o Lubomir Dolezel, emigrados a la otra parte del mundo, estudiaran la teoría de los mundos posibles. No sé si ve alguna conexión entre su experiencia personal y la teoría de los mundos posibles.
TP: Darko Suvin anotó algo muy importante. Los regimenes dictatoriales promueven más que destruyen la capacidad humana para imaginar algo completamente distinto: un mundo mejor y más libre, por ejemplo. En Europa del Este nos contaron que nuestros líderes habían comprendido y dominado de una vez por todas las leyes del desarrollo histórico. La teoría de los mundos ficcionales y posibles nos ofreció una forma de pensar lo contrario. Como “los maestros de la historia” no fueron sensibles al vasto despliegue de posibilidades que rodean al ser humano, al final perdieron.

AL: ¿Qué obras nos recomendaría?
TP: Entre las obras más antiguas, hace muy poco me enamoré de la Diana de Montemayor, la novela pastoril más bella que he conocido. En el siglo XIX: Effi Briest de Theodor Fontane y Fortunata y Jacinta de Perez Galdós. En el veinte, entre tantas obras grandiosas, Solo en Berlín de Hans Fallada, Relatos de Kolimá de Varlam Shalamov, El último encuentro de Sandor Marai, Todo se desmorona de Chinua Achebe y Posesión by A.S. Byatt. En crítica literaria, recomendaría los libros de James Wood The Irresponsible Self. On Laughter and the Novel (2005) y Los mecanismos de la ficción: cómo se construye una novela (2009).

AL: ¿Qué va a publicar en el futuro inmediato?
TP: Trabajo en un libro sobre la literatura y la reflexión moral. Se discute la distancia entre nosotros y nuestra vida (considerando la violencia y la desgracia), el nacimiento de la responsabilidad moral, y, finalmente, el reino del afecto y la gratitud. Los ejemplos vendrán de la literatura antigua y reciente.
A modo de conclusión y de deseo, espero que la literatura y la crítica literaria continúen tan prósperas como lo están ahora.

20 de febrero de 2011
Andrés Lomeña

sábado, 19 de febrero de 2011

¿POR QUÉ LAS MENTIRAS PERSISTEN? UNA HIPÓTESIS

Cognitivamente, es más fácil decir la verdad que mentir (con la excepción del mentiroso compulsivo, entrenado en la mentira).

Del mismo modo, para algunas personas y en algunos contextos es más fácil creer que "no creer".

¿Para qué personas? Para los crédulos, evidentemente. No me extenderé aquí.

¿En qué contextos? Sospecho que en aquellos en los que no son especialmente hábiles. Ejemplos:

- Para personas con poca "competencia" en temas espirituales, es probable que sean más crédulos en cuestiones religiosas.
- Para personas con poca competencia científica, es probable que sean más crédulos ante los resultados de la ciencia.
- Para quienes tienen poca competencia tecnológica, es probable que sean más crédulos con las cadenas de mensajes de correo electrónico que se suelen enviar.

El último bulo que me ha llegado a los oídos es que si marcas tu código PIN al revés en el cajero automático, se alerta a la policía de inmediato porque estarías indicando que alguien te está obligando a sacar dinero.

Según lo que he dicho unas líneas más arriba, la falta de competencia explicaría por qué las personas se creen estas mentiras... pero nada sabríamos acerca de por qué "persisten" las mentiras.

Mi hipótesis es tan sencilla que resulta estúpida: nadie se molesta en comprobarlas.

Esta falta de interés, en cambio, sí tiene alguna repercusión sobre la teoría, que es lo que me interesa. Los psicólogos sociales idearon una fórmula para el rumor:

RUMOR = IMPORTANCIA X AMBIGÜEDAD

Yo creo que aquí hay algo equivocado. El rumor no puede depender directamente del nivel de importancia porque si fuera muy importante, alguien comprobaría la veracidad de lo que se dice y se desmontaría rápidamente el rumor.

Por lo tanto, el rumor debe tratar un tema "lo suficientemente importante" como para que alguien lo comente (en una conversación distendida es suficiente), pero no tanto como para que la gente lo compruebe.

Volvamos al bulo del cajero. ¿Quién va a comprobar lo del cajero automático? ¿Para qué? ¿Qué más da si es verdad o mentira? Habrá a quien no le importe comprobarlo... ¿pero quién se acordaría? ¿Y si fuera verdad? Entonces acudiría la policía y te habrías metido en un lío innecesariamente.

Afortunadamente, no es necesaria la comprobación empírica. Basta con mirar por Internet:

http://www.microsiervos.com/archivo/leyendas-urbanas/bulo-pin-reves-cajero.html

En este enlace se puede comprobar que todo es mentira. Pero claro, siempre persistiría la duda, así que he perdido 5 minutos de mi vida en acudir al cajero y poner mi código PIN al revés.

ERROR.

No he podido sacar dinero.

Soy consciente de que mi demostración desincentivará a quienes quisieran comprobar el bulo por ellos mismos. Quizás yo podría estar extendiendo un anti-bulo. En cualquier caso, creo que el sentido común se impone y además, todos podéis perder un par de minutos como yo.

En definitiva, las mentiras persisten porque suelen ser poco importantes para demostrar su falsedad.

Hay otras mentiras, mucho más importantes (como la de participar en guerras), que no comprobamos porque no tenemos a disposición la información pertinente... pero eso es otra historia. Sin embargo, creo que el mecanismo que interviene en bulos estúpidos es el mismo que el de los bulos sobre temas políticos y asuntos nacionales:

La gente tiene poca competencia en "deliberación", "debate" y "democracia", tiende a creer imbecilidades y no puede comprobar su falsedad o no le interesa tanto como para hacerlo. De hecho, la gente "ideologizada" prefiere no comprobar las cosas... es más fácil vivir en la ambigüedad, en el convencimiento de que se tiene razón y en la ignorancia.

viernes, 18 de febrero de 2011

LIBERACIÓN ANIMAL, de Peter Singer, reeditado en 2011

Buenas noticias editoriales. TAURUS ha decidido editar LIBERACIÓN ANIMAL, de Peter Singer, el libro que se ha convertido en la auténtica Biblia de los derechos animales (aunque el libro ha sido muy criticado dentro del movimiento animalista). Antes estaba editado por Trotta, pero estaba prácticamente descatalogado, era algo inencontrable.

Lo mejor es que ahora podemos comprarlo incluso en la FNAC. Digo esto porque el problema hasta ahora ha sido que un tema así era muy difícil de sacar de los escasos círculos académicos o de la conversación de cuatro frikis. Ahora el libro está al alcance de cualquiera, a 19 euros.

Una gran noticia para el mercado editorial español y para nuestra historia de las ideas. Ojalá LIBERACIÓN ANIMAL venda lo suficiente como para que las editoriales sigan apostando por libros tan influyentes como controvertidos.

martes, 15 de febrero de 2011

ENTREVISTA CON DAVID HERMAN

Entrevista con uno de los más eminentes narratólogos del momento. Es un texto técnico, más para conocer bibliografía adicional que para saber lo que es la narratología.

ANDRÉS LOMEÑA: El problema de la narratología en España es la falta de traducciones. Genette es muy popular, incluso Mieke Bal, pero Stanzel es un absoluto desconocido en nuestro territorio. ¿Qué lecturas nos recomendaría?
DAVID HERMAN: Su primera pregunta me remite a las obras sobre narratología publicadas en español. Me gustaría mencionar las contribuciones cruciales de José Ángel García Landa (http://www.garcialanda.net/) y de Susana Onega Jaén, ambos vinculados a la Universidad de Zaragoza, y que han contribuido sustancialmente en este campo.
En cuanto a qué leer de manera algo más general, hay en la actualidad varias introducciones a la narratología, escritas para lectores de varios niveles, que darían un punto de partida provechoso a quienes desean ponerse al día con los últimos desarrollos de esta área, así como aprender sobre la historia de la erudición sobre narrativa. Creo que el Cambridge Introduction to Narrative de H. Porter Abbott, sobre todo su segunda edición (2008), ofrece una excelente introducción. Otra buena introducción es el recurso en línea de Manfred Jahn, gratuito y actualizado en 2005:
http://www.uni-koeln.de/~ame02/pppn.htm
Tras esas fuentes introductorias podría seguirse con otros estudios, incluyendo la Routledge Encyclopedia of Narrative Theory (2005), la Blackwell's Companion to Narrative Theory (2005) y la The Cambridge Companion to Narrative (2007). Varios de esos volúmenes contienen glosarios que pueden usarse para apoyar a los de Gerald Prince en el Dictionary of Narratology (segunda edición de 2003) y el volumen de 2010 Teaching Narrative Theory también contiene un glosario completo y actualizado. Esos textos deberían dar a los lectores las bases para un estudio más profundo, permitiéndoles ubicarse para entonces explorar con mayor dedicación.
Una vez que los lectores han llegado a esa fase, quizás deseen dirigirse a libros publicados en series que están dedicados a temas de narrativa y teoría de la narrativa, lo que incluye el Frontiers of Narrative (University of Nebraska Press), Narratologia (de Gruyter), y la serie Theory and Interpretation of Narrative (Ohio State University Press).

AL: ¿Podría trazar una historia breve de la novela según las transformaciones de la narratología?
DH: ¡Es una pregunta tan fascinante como exigente! La manera en que planteas esta pregunta ya indica el valor de la narratología cuando se trata de explorar los aspectos narrativos, tanto diacrónicos como sincrónicos (lo que incluye las formas de la narrativa ficcional que se ha llamado “novela”). En otras palabras, las ideas desarrolladas por los teóricos de la narrativa (ideas sobre focalización o perspectiva, el narrador, la caracterización, etcétera) pueden no sólo iluminar las estructuras y efectos de la narrativa escrita en un tiempo dado (el siglo XVIII, o el XX), sino arrojar luz sobre los cambios en los que las narrativas se han construido e interpretado a lo largo del tiempo.
Hay conceptos sobre el narrador y la perspectiva para señalar diferencias potenciales entre las obras de los siglos XIX y XX. Podríamos abordar un proyecto similar con una escala aún mayor al usar todo el abanico de conceptos narratológicos para comparar las novelas publicadas dentro de los contextos lingüísticos y nacionales, así como las novelas publicadas en las diferentes tradiciones.
Sólo puedo encarar los temas que implican el estudio diacrónico de la novela. En esta misma línea, habría que mencionar un libro que acabo de terminar como editor y que constituye una aportación a un campo menor de la investigación narratológica. El volumen en cuestión, que será publicado en un par de meses, se llama The Emergence of Mind: Representations of Consciousness in Narrative Discourse in English (http://www.nebraskapress.unl.edu/product/Emergence-of-Mind,674743.aspx).
Con capítulos individuales dedicados a los diferentes periodos de la literatura inglesa, desde el 700 hasta el presente, el libro explora los cambios en las técnicas usadas para representar la consciencia sobre prácticamente el tiempo completo en el cual el discurso narrativo en inglés se ha escrito y leído. Si se me permite, citaré unos pocos párrafos de la introducción a este compendio para indicar el alcance y propósito del estudio:

El estudio sincrónico ha predominado en la investigación sobre la representación de la consciencia hasta hoy, centrado en la amplitud de estrategias narrativas de los escritores para representar la mente en un momento dado; tales aproximaciones buscan capturar el estado del sistema narrativo en una fase específica de su emergencia. […] Pero este tipo de estudios necesita ser completado con estudios diacrónicos. Una perspectiva diacrónica centrada en la evolución de las estrategias para la representación de la mente que se han hecho en la narrativa vista como un sistema para la construcción de mundos. […] Esas investigaciones pueden probarse a través de una mayor elaboración de los modelos en que se formularon, o expandiendo el corpus y usando métodos cuantitativos para probar la resistencia de los patrones y cambios identificados sobre las bases del estudio cualitativo.

Además de esto, hay otros estudios, como el de Monika Fludernik, que ha sido una pionera en esta área con su libro The Fictions of Language and the Languages of Fiction (1993), así como con Towards a "Natural" Narratology (1996) y su artículo de 2003 “The Diachronization of Narratology”. Otro estudio relevante es el de Alan Palmer, Fictional Minds (2004).

AL: Creo que usted ha trabajado la teoría de los mundos posibles. ¿Cómo podemos relacionar los mundos de ficción con la narratología?
DH: Sí, he hecho algún trabajo sobre la construcción e interpretación de los mundos de ficción en el contexto de la narrativa. En mi trabajo sobre este tema, he destacado un proceso más amplio que he llamado “creación de mundos narrativos”, que estudiaría los contextos, estructuras y efectos de las prácticas donde los narradores promueven a los intérpretes a comprometerse en el proceso de cocreación de mundos narrativos.
En un libro aún por salir llamado Practicing Narrative Theory: Four Perspectives in Conversation, uso la idea de construcción de mundos narrativos como marco para explorar las interconexiones entre narrativa y mente. El análisis que hago trata sobre la creación (más o menos sostenida) de una “reubicación imaginativa” hacia los mundos narrativos como un aspecto central de todas las experiencias narrativas, es decir, como una condición activa para las prácticas de fabulación. La creación de mundos narrativos está imbricada con habilidades mentales que constituyen la investigación en los entrecruzamientos entre narrativa y mente.
Desde esta perspectiva, conceptos de tiempo, espacio y personaje trazados por los teóricos de la narrativa pueden redescribirse como parámetros clave para la construcción de mundos narrativos. A través de los actos de narración, los creadores de historias producen un esbozo para la construcción de mundos. Esos esbozos, cuya complejidad varía, instan a los intérpretes a construir mundos marcados por un perfil espaciotemporal particular, una secuencia determinada de situaciones y hechos, y un inventario de habitantes. Sugiero que las historias abren la puerta a las dimensiones del cuándo, qué, dónde, quién, cómo y por qué de mundos configurados mentalmente. En otras palabras, la narrativa no sólo evoca mundos, sino que constituye intervenciones en un campo de discurso, un rango de las estrategias representacionales, una constelación de formas de ver (y a veces hay un grupo de narrativas en competición, como en un proceso jurídico, una campaña política o una disputa familiar). Entendiendo esto desde su proceso de recepción, la construcción de mundos narrativos extrae al menos dos inferencias: aquellas sobre el mundo que se evoca por el acto de narrar, y aquellas sobre por qué ese acto se desarrolla del todo (y qué consecuencias hay).

AL: ¿Qué libro nos recomendaría como narratólogo?
DH: Uno de mis libros preferidos para explorar desde una perspectiva narratológica es la novela corta Chesil Beach. La novela tiene una estructura temporal muy rica, con flashbacks y variaciones en la velocidad con la que los acontecimientos se narran, lo cual sugiere la interconexión profunda entre la construcción de narrativas y los intentos de las personas para dar sentido a sus propias acciones y a las de otros para actuar de la manera en que lo hacen. Para una discusión del texto de McEwan, consulta mi artículo “Storied Minds: Narrative Scaffolding for Folk Psychology”, en el Journal of Consciousness Studies 16.6-8 (2009): 40-68.

AL: Si desea añadir algo…
DH: El campo de los estudios sobre narrativa está en plena efervescencia y goza de mucha vitalidad. Es más, la disciplina está aún creciendo, de modo que los estudiantes y académicos más jóvenes están en posición de hacer avanzar el trabajo que está haciéndose en este campo de investigación. Mi recomendación es que los lectores interesados empiecen a sumergirse en esta área de estudio, ya que se puede ser un participante activo en este campo infinitamente fascinante (y relevante).

15 de febrero de 2011
Andrés Lomeña

miércoles, 9 de febrero de 2011

ENTREVISTA CON BRIAN MCHALE

Esta entrevista sirve única y exclusivamente para mi trabajo de investigación y para mis compis de literatura comparada. En cualquier caso, cualquiera que tenga curiosidad por la "ficción postmoderna" debe leer a McHale como una referencia básica.

Para el común de los mortales: quizás pueda interesar, vagamente, la penúltima pregunta, que son las recomendaciones literarias de este pensador.

ENTREVISTA CON BRIAN MCHALE

ANDRÉS LOMEÑA: Antes de preguntarle por su obra, querría preguntarle por su posición dentro del caos de la teoría literaria.
BRIAN MCHALE: Considero que pertenezco a la tradición formalista-estructuralista. Adquirí esa orientación como estudiante en la Universidad Brown, cuando di con el pensamiento estructuralista europeo a través de Thomas Winner, un profesor checo emigrado, y la estilística literaria de la tradición británica a través de Roger Fowler, que venía de la universidad de Anglia del Este. Una beca me permitió estudiar en Oxford, donde estudié con Stephen Ullmann, un estilístico continental de la vieja escuela. Fue a través de Ullmann como descubrí el eterno problema de la representación del discurso en la novela, y en particular el estilo libre indirecto, un tema sobre el que él era uno de los más eruditos a nivel mundial. Pero Ullmann murió de repente por un infarto al corazón, y de la supervisión de mi proyecto de doctorado se encargó su antiguo estudiante, Jonathan Culler.
La poética estructuralista (1975) de Culler (hasta hoy la mejor síntesis que hay sobre estructuralismo literario) acababa de aparecer, y bajo la influencia de Culler empecé a reestructurar lo que inicialmente había concebido como un problema de estilo de una forma más amplia, esto es, en términos narratológicos. Recuerdo que una de las primeras cosas que Culler me dijo fue: “Tú has leído a Bajtin, por supuesto”. En realidad no lo había leído, pero de inmediato leí todo lo que había publicado el círculo de Bajtin en todas las lenguas que podía entender (a mediados de los setenta). El esfuerzo por reconciliar al Bajtin dedicado al discurso de la novela con la estilística clásica preocupada por el estilo indirecto libre reorientó mi pensamiento. Al hacer esto, fui afortunado porque así tenía mucho que compartir con Benjamin Hrushovski (que cambiaría su nombre por Harshav), uno de los fundadores de la escuela de Tel Aviv, que fue también visitante de Oxford, y a quien Culler me presentó. Hrushovski me invitó como auxiliar para investigar en la Universidad de Tel Aviv, donde recibí la influencia del círculo de Tel Aviv y de otros académicos israelíes de la tradición formalista-estructuralista, incluyendo a Meir Sternberg, Itamar Even-Zohar, Moshe Ron, Shlomith Rimmon-Kenan y otros.
Poco después de llegar a Tel Aviv me vi envuelto en la conferencia sobre teoría narrativa y poética de la ficción del Instituto Porter, en 1979, y después ayudé a editar tres números del Poetics Today que salieron de esas conferencias, lo que revitalizó la teoría narrativa. Eso me presentó a la comunidad internacional de narratólogos: Mieke Bal, Umberto Eco, Lubomír Dolezel, Thomas Pavel y otros.
Mis dos primeros libros, Postmodernist Fiction (1987) y Constructing Postmodernism (1992), fueron enteramente escritos en Tel Aviv. Cuando el primero apareció, le dije a Hrushovski que lo consideraba como un producto de la escuela de Tel Aviv, lo que era indudablemente cierto, pero también era (como reconozco claramente cuando lo releo) el resultado de la poética estructuralista de Culler. Intentaba ser fiel a todos mis maestros siendo plenamente consciente de estas influencias.
Mis estudios sobre la ficción postmoderna incluyen un espectro más amplio de pensadores, tanto en papel como en carne y hueso, pero aun así conservo la orientación formalista-estructuralista básica. De todos los teóricos de fuera de la tradición formalista que han influido en mi pensamiento, ninguno ha sido tan influyente como el crítico marxista norteamericano Fredric Jameson; sin duda esto es así porque, además de ser el más profundo de todos los marxistas contemporáneos, Jameson también es un experto formalista.
Al principio de mi carrera estuve muy influido por los semióticos (Eco entre ellos), así que mi interés por la sociología de la literatura está fuertemente ligada a la semiótica. También me vi influenciado por la sociología en la tradición de Alfred Schutz, especialmente el trabajo de Peter Berger, así que puedes encontrar en mi obra ecos de Berger, particularmente en el hecho de que vivimos mundos imaginarios en nuestra vida cotidiana, tanto como lo hacemos en el “mundo real”.

AL: Darko Suvin me contó que usted es demasiado postmoderno para él porque rechaza la ontología (hay un mundo real ahí fuera) a favor de una epistemología hermética (vivimos mundos poco menos que imaginarios).
BM: En primer lugar, soy un enorme admirador de Darko Suvin (mi segundo marxista favorito, por detrás de Jameson) y he aprendido mucho de él, como cualquiera que haya intentado pensar seriamente en la ciencia ficción (nunca le he conocido personalmente, pero nos hemos comunicado en varias ocasiones y hemos publicado, al menos una vez, en el mismo volumen). Supongo que Suvin se refiere a las “ontologías” en el contexto de la literatura (soy agnóstico en cuanto a la unidad o pluralidad de mundos en una realidad extraliteraria). Para mí, lo que la ficción hace es producir múltiples esferas o dominios ontológicos (“mundos”); algunos tipos de ficción son autoconscientes sobre la producción de múltiples ontologías (la ciencia ficción es un ejemplo) y otros nos hacen conscientes del proceso de producir ontologías múltiples (la ficción postmoderna es un ejemplo). Éste no es el único modo en que uno puede mirar la ficción, por supuesto, y Suvin no hace esto con su estudio de la ciencia ficción, pero yo lo he encontrado provechoso.

AL: Su idea básica es que la ficción postmoderna difiere de la moderna en el hecho de que la primera es una poética dominada por cuestiones ontológicas, mientras que la segunda está dominada por cuestiones espistemológicas (es decir, la ficción moderna se pregunta cómo es este mundo, la postmoderna qué es este mundo). Háblenos de cómo esa “dominante” cambia en el tiempo. Por ejemplo, creo que la novela gótica, como la ficción postmoderna, vuelve a tratar aspectos ontológicos.
BM: A uno le gustaría ser cauteloso aquí y no hacer pronunciamientos demasiado atrevidos sobre movimientos cíclicos de la historia cultural. Sin embargo, me parece que ha habido varios episodios en la historia de la novela (digo novela para estrechar un poco nuestro campo) donde la dominante ontológica ha dado paso a una dominante epistemológica y viceversa. De este modo, la novela barroca del diecisiete en Francia y España (como El Quijote) parece exhibir una dominante ontológica comparable en algunos aspectos a la que hay en la ficción postmoderna (y no es coincidencia que muchos postmodernos, como Borges, Fuentes, Coover, Barth o Acker hayan revisitado El Quijote). Quizás hay un cambio de dominante cerca del final del siglo XVII (Madame de Lafayette, Aphra Behn) a algo como una dominante epistemológica, y luego, después de la mitad del XVIII, como tú observas, un regreso a la dominante ontológica para ciertos géneros de ficción (como la novela gótica). No hablaré de una alternancia pendular entre dominantes a lo largo del tiempo; durante el siglo XIX, por ejemplo, me parece que algunos géneros marginales persisten en temas ontológicos, mientras que otros exploran cuestiones epistemológicas.

AL: ¿Estamos más cerca de una historia de los mundos ficcionales? ¿Cómo será?
BM: ¡Sería demasiado ambiciosa! No sé si estamos más cerca de lo que estábamos antes. Lo que tenemos ahora es unas pocas categorías útiles para “condensar” y complicar nuestra taxonomía de mundos, ficcionales o no. Estuve muy inspirado, cuando trabajaba en mi primer libro, por los mundos de ficción de Thomas Pavel, y todavía creo que él ofrece, mejor que yo, un esquema estimulante y provocativo sobre una historia de los mundos ficcionales. Aun con todo, incluso el trabajo de Pavel es sólo un esquema, y él no ha investigado esta opción sistemáticamente desde los ochenta.

AL: Recomiende algunas lecturas.
BM: Me temo que no soy muy bueno a la hora de recomendar novedades. Siempre tengo que ponerme al día, así que lleno mis lagunas más que leer lo más novedoso. Ahora trato de abordar a Roberto Bolaño, y me pongo al día con David Mitchell, a quien pasé por alto por algún motivo. Estoy esperando leer la nueva novela de Rudy Wurlitzer, The Drop Edge of Yonder, que fue un vanguardista muy popular pero terminó siendo más conocido como dramaturgo (para Sam Peckinpah, entre otros); ésa es su primer novela en viente años.
Ahora he pillado la última novela de Neal Stephenson, Anatema, y la última de William Gibson, Zero History (ambos libros son magníficos) y tengo pendiente para leer la última novela del siempre admirable Kim Stanley Robinson. Tengo el hábito de leer poesía a diario (literalmente a diario, mantengo un diario de mis lecturas), y puedo recomendar libros recientes de la poetisa británica Caroline Bergvall, del israelí Aharon Shabtai y de los americanos Ed Roberson y Rosmarie Waldrop. Hay también una colección maravillosa de uno de los vanguardistas americanos más importantes, Jerome Rothenberg, sobre el que trabajo en la actualidad.

AL: Última pregunta: ¿para cuándo un nuevo libro?
BM: En la actualidad trabajo en dos grandes proyectos. El primero es una introducción al postmodernismo (mi última palabra sobre el tema: no “la” última palabra, sólo “mi” última palabra). Quería llamarlo ¿Qué fue la postmodernidad?, pero ya lo han cogido y mi editor me disuadió para que no lo reutilizara.
De todos modos, el libro que tengo en mente tratará el postmodernismo desde el punto de vista de sus repercusiones (en retrospectiva, cuando algo ya se ha “acabado”). El segundo proyecto es un libro sobre la narrativa en la poesía, algo que estoy hilvanando con mucho trabajo, poco a poco. Espero, cuanto antes, tener suficientes “trozos” para poder saber con claridad que tipo de libro podría ser.

9 de febrero de 2011
Andrés Lomeña